Gillespi transforman a All Right en un club de jazz

Nuevamente por tierras puntanas, la trompeta de GILLESPI y el piano de PATÁN VIDAL. Transformarán al bar All Right en un club de jazz, el 28|02 a las 23:00 horas. El combo del Ciclo de Jazz y Vino cuesta 300 pesos ya que incluye la entrada al show y a la venue que se realizará al otro día. Desde las 18 en Lunamakena (Potrero de los Funes) en la que el músico dará una charla referida a su nueva pasión, el vino, en una cata exclusiva al aire libre.

En comunicación exclusiva con CELEBRIDADES EN SAN LUIS, Marcelo Rodríguez, el multifacético GILLESPI, recordó a los huéspedes cuando fue conserje del ficticio Gillespi Hotel (los invitados a su programa por Rock&Pop). De sus años previos con los vinos. Y da su visión del delicado asunto del que cada uno tiene su opinión: ¿el tinto se toma puro o sodeado con hielo?

También resaltó su relación con Carlos Vidal, el tecladista reconocido como PATÁN, un gran músico que participó en más de 120 discos y editó su propio álbum, “Insomnia In The Loop”. Patán colaboró con artistas de varios géneros, desde Pappo a Luis Salinas, Juan Valentino y Déborah Dixon, del blusero Javier Martínez a Willy Crook, y vivió muchas aventuras con GILLESPI. “Me encanta viajar con Patán porque es un maestro, uno aprende cosas”, rescató el trompetista.

 “Se da una cosa muy amistosa que San Luis no la ha perdido, afortunadamente, eso me encanta”, GILLESPI.

-De nuevo por San Luis, decí algunas cosas lindas (y ciertas) de la provincia.

-San Luis es realmente… bueno, voy a tratar de ser ecuánime. No hacerme el fanático de San Luis porque no me la va a creer nadie. Cuando uno tiene la suerte de viajar por el laburo que tengo, que es músico y además con el ‘Negro Dolina’ y ‘La Venganza (Será Terrible’, su programa radial).

Hacemos giras y fuimos a hace unos meses atrás, todos los lugares tienen algo. San Luis me encanta, incluso fantaseo con la idea de vivir ahí ¡así que imagináte si me gusta! tiene la tranquilidad, tiene la sutileza de que tenés de todo pero a la vez podés estar tranquilo en el medio del campo y si querés el bolonqui de la Capital, te vas a la ciudad en media hora y estás ahí, en un boliche, vas al cine, al teatro, no sé, lo que se te canta y volvés a tu casa, que estás en el medio de un cerro, eso me encanta de San Luis, también de algunas partes de Córdoba.

Y la gente es fundamental, en San Luis son amigos. Es una categoría de personas que ya son amigos, que la relación que se da es muy fraternal, toda la gente de alguna manera abre su corazón. Siempre que he ido me tratan recontra bien. Me invitan a comer a casas particulares. A las que muchas veces no puedo ir porque al otro día me tengo que ir pero se da una cosa muy amistosa que San Luis no la ha perdido, afortunadamente, eso me encanta. Así que siempre contento de ir para allá y con la suerte que en los últimos años hay continuidad. Pudimos encontrarle una vuelta por la cual podemos regresar cada tanto y estar actualizados, así que es genial.

“Hay momentos que quedamos con Patán con el piano y la trompeta solos, donde pasan sutilezas que en un gran lugar te las perdés”, GILLESPI.

-Están quienes te conocen y te esperan, los que van por primera vez ¿con qué se van a encontrar?

-Bueno, para los que van por primera vez… uff qué bolonqui ¿con qué se van a encontrar? los espectáculos que se dan en este formato de pub grande o café concert o de club de jazz son muy especiales. Porque el tamaño del lugar te da un clima de lo que puede ser el espectáculo. Para mí es el tamaño justo para lo que hago.

Muchos pueden decir ‘dale, vos querés tocar en River’ y más allá de que en River uno ganaría un montón de dinero (si está lleno ja!) más allá de la cuestión económica y el ego y toda esa sanata. En realidad, lo mío en River no podría funcionar nunca, ese es el problema.

No funciona porque no le puedo ver las caras a la multitud. La parte donde hablo y suceden cosas humorísticas y necesito estar en contacto al toque con la gente, tiene que estar ahí, al alcance de la mano. Porque me inspiro de eso y si veo una masa informe de gente, que no entiendo nada, como puede ser una multitud de cualquier foro grande, no se da. Y la música también de la misma manera es la música, que necesita un espacio que sea contenido, porque hay momentos que quedamos con Patán con el piano y la trompeta solos, donde pasan sutilezas que en un gran lugar te las perdés.

Lo he hablado con algún representante que me manejaba oportunamente las cosas y ante la posibilidad de tocar en algún lugar grande -más de grande de lo que yo considero. Siempre optamos por hacer una segunda función en el lugar chico. Le digo: ‘loco no, no porque se pierde todo, agreguemos, no sé. Si tocamos a las 9 de la noche, metemos otra función a las 12 -si es que viene tan bien la venta- pero no cambiemos el lugar. Toquemos todas las veces que sea necesario porque el show es distinto y se pierde’.

-¿Pro y contra de estar de gira con Patán?

-Estar de gira con Patán es una de las cosas más divertidas, insólitas y nutritivas espiritualmente que te pueden pasar. Patán es una persona y además es un personaje, por su personalidad. Porque siempre fue introvertido pero a la vez es genial, genial en su forma de pensar, tiene giros inesperados, frases que te descolocan y te morís de risa, habla poco pero todo lo que dice es muy interesante. A su vez es una gran persona, es muy, muy buena persona.

Es un amigo de muchísimos años porque nos conocimos como a los 15 años, así que son 40 años de amigos, andando por todos lados, en distintos proyectos ¡cualquier cosa hemos hecho! imagináte de tocar en cualquier condición, viajar en cualquier condición, experiencias de terror, de todo tipo y también divertidísimas. Hemos compartido mucho, así que me encanta viajar con Patán y estar de gira porque es un maestro, uno aprende cosas también.

-Cual fue el mejor huésped y el peor inquilino del Gillespi Hotel?

-En cuanto al Gillespi Hotel, que fue una experiencia que duró un par de años en la Rock&Pop. Es una idea radial que algún día retomaré, porque es algo que puede revivir en cualquier momento. Un formato de programa donde hay un hotel y la gente se viene a hospedar y yo era el dueño.

Recibí a muchísimos invitados, muchos de ellos músicos por supuesto. Pero vinieron de todo tipo de personajes que se dedicaban a distintas áreas de lo artístico, actores, escritores, bueno… borrachines varios. Era un programa nocturno y me acuerdo de Enrique Symms, por ejemplo, fue una de las grandes estrellas del Gillespi Hotel.

Con Enrique y a esa hora, digamos 12, 1 de la mañana, combinaba perfecto, si hablamos de vinos: era el maridaje perfecto. Symms en la Rock&Pop sugiriendo músicas que le poníamos al aire, contando historias de los 80. Se mezclaba Sumo con el Indio Solari con Miguel Abuelo o con las Bay Biscuit. Tdas las movidas del under, escritores, lecturas, los programas con Enrique Symms fueron muy buenos.

¿Personaje indeseable? y, zafaron porque si era alguien muy indeseable seguramente no lo invitamos nunca más. Pero hubo un personaje que no sé si fue indeseable, que era un tipo macanudo. Un bandoneonista japonés que encima, pobre, no hablaba nada de español, vino con traductor y lo traía la Sony Music. Y parece que era ‘el fenómeno’, el Piazzolla de Japón, ni me acuerdo el nombre, pero tengo los discos que me regaló.

Y casualmente vino el mismo día en que murió Pappo, eso fue hace 15 años, justamente ahora estamos en esos días (el accidente fue el 25 de febrero de 2005) y era, que se yo, la 1 de la mañana, la 1 y media, y hablaba con el traductor del japonés, que era un chino ¡el traductor de un japonés era un chino! jaja era imposible esa nota.

Hablando de tango argentino, qué conocía, qué no conocía, bueno, remando la nota y detrás del japonés, en la tele veo el cartel rojo de Crónica: ‘Murió Pappo’ ¡y en la Rock&Pop! prácticamente le pegué una patada en el orto al pobre japonés. Le dije ‘mire, pasó algo, gracias por la visita, chau, hasta luego’, y a partir de ese momento abrí el micrófono a los oyentes. Hicimos todo el programa hablando del Carpo, tratando de entender qué diablos había pasado, poniendo música de él, fue muy emotivo eso.

“La realidad es que el vino hay que tomarlo como uno quiere”, GILLESPI.

-¿Qué te llamó la atención de encarar tus propios vinos?

-La historia de los vinos en mi vida es algo muy satelital, podríamos decir que no es lo central en mi vida ni en lo que es la música, el humor, el laburo en radio, incluso escribir, eso es mi historia pero obviamente tomo vino ¡me encanta el vino! y esta situación de diseñar un vino a mi gusto es un poco insólito. Es muy alucinante porque me mandan cajas de vino a mi casa de mi propio vino ¡y eso es espectacular! es indescriptible la sensación de estar tomando tu vino, no sé ¡después de haber comprado tantas botellas de vino en todos estos años! ahora poder descorchar uno con un amigo y decir ‘tomemos esta botella y hablemos’, está muy bueno.

-¿Sabías de vitivinicultura o aprendiste?

-Las catas de vino las vamos a hacer este año. Todavía me tengo que juntar con un amigo que se dedica específicamente a eso, es sommelier y periodista especializado en vinos. Tenemos que darle forma y ver cómo lo vamos a hacer, por lo pronto estoy viendo cómo lanzar este vino.

En este momento estamos en la etapa de embotellarlo y todo eso, con Marcelo Pelleriti de la Bodega Monteviejo (creador del festival mendocino Wine Rock), ni siquiera sé cuándo va a estar para venderlo en vinotecas, lo manejamos todo medio de queruza, clandestinamente. El vino se hizo en 2015 y la idea era tenerlo en barrica unos años y ya estuvo cinco.

Es un Malbec y Cabernet Franc que es una variante de Cabernet muy rica, muy dulce y de allá. Justamente de la zona de Vista Flores, Valle de Uco, es impresionante. Anduve caminando por la bodega donde estaban las parcelas de las uvas que usamos y están en el lugar más increíble. Pegado a la precordillera, la montaña, mejor no se puede pedir. De repente en marzo o abril empezar a darle forma a todo y andar el resto del año con el vino, haciendo juntadas con amigos, probándolo y tocando también.

-¿Cuál es tu varietal favorito?

-Eso es muy… je es un tema (resopla pensativo) es lo mismo que decir ‘¿qué instrumento te gusta más?’ y según quien lo toque, viste? no sé, si está Pat Metheny tocando la guitara me gusta, ahora si lo toca el almacenero de acá a la vuelta que no tiene ni idea, no me gusta nada la guitarra. El vino es lo mismo, te puedo decir Malbec y encontrás una gama de Malbec exquisito, de un néctar a uno avinagrado, que ni siquiera sabés si es uva.

Es medio raro, le ponen las etiquetas de Malbec, Cabernet, Syrah, pero bueno, en blanco me gusta el Chardonnay. El vino blanco que tiene un toque de durazno, como también el Torrontés, el que es bastante económico en el mercado, generalmente vinos salteños, me gusta mucho. Aunque sean baratos son de buena calidad, ojo, hay una buena onda, como también algunos Malbec, los que vienen del fin del mundo, vio? patagónicos, de la zona de Añelo y de Neuquén, y el Malbec mendocino, he probado rico vino en San Juan, ahora si vos me decís, sí, prefiero Malbec pero… ojo, hay Malbec y Malbec. El de media gama para arriba, digamos de 200 pesitos, ponéle, para arriba, ese Malbec.

-¿El vino con soda y/o con hielo está bien?

-Hay mucha discusión con ese tema, cómo tienen que tomarlo, cómo no se tiene que tomar. Lo he hablado mucho a esto, con gente del palo también, con quienes tienen bodegas. Cuando voy a Mendoza siempre me llevan a conocer bodegas chiquitas. Tengo la suerte de haber ido a la bodega del “Colorado” Alejandro Sejanovich, que es el gran genio. Junto con Pelleriti y Alejandro Vigil, hay unos talentos impresionantes en Mendoza.

Y la realidad es que el vino hay que tomarlo como uno quiere. Si estás en verano y le querés clavar un par de cubitos, bienvenidos. Por ejemplo, cuando estuve en Madrid me hice fanático del ‘clarito’. Que le dicen ‘tinto del verano’ allá y es el vino con un par de cubitos y una rodajita de naranja puesta al costado. En vaso lo grande lo sirven, como si fuera un vaso de jugo, y le tiran un chorrito de Sprite. Me volví loco con el tinto de verano y por ahí te agarra un tipo conservador y te dice que eso es una aberración, pero es exquisito. El vino lo toma cada uno como quiere, yo al tinto antes de tomarlo me gusta ponerlo un toque en la heladera, no mucho, cuando está medio tibio no me lo banco, me gusta que esté un poquito más fresco.

La entrada a All Right Jazz Club es de 300 pesos, incluida la cata en Lunamakena.

“Es indescriptible la sensación de estar tomando tu vino ¡después de haber comprado tantas botellas de vino en todos estos años!”, GILLESPI.

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